Capítulo 5 - "Así te acompaño"


 

El timbre del teléfono sonó con violencia, sacudiendo a Aurora Lancaster del ensueño como un golpe seco contra la realidad. Había abierto los ojos tarde, con el sol filtrándose tímido entre las cortinas. Había prometido levantarse a las siete, pero los cinco minutos extra en cama se transformaron en un sueño inesperado: labios que se acercaban, un calor que ascendía como si la piel pudiera encenderse con un roce. Justo cuando el beso comenzaba a desbordar la frontera de lo imaginado, el timbre del teléfono la arrancó de golpe.

—Profesora Lancaster, ¿confirmamos la cita de las diez en el laboratorio? —la voz de la coordinadora sonaba práctica, sin sospechar que había interrumpido un instante íntimo, aunque solo existiera en la mente de Aurora.

Aurora respondió con voz áspera, pero al colgar se quedó unos segundos mirando el techo, sonrojada por la intensidad del sueño. “Cinco minutos pueden ser un universo entero”, pensó, antes de levantarse con prisa.

La mañana se volvió un torbellino entre entrega de calificaciones, reuniones con estudiantes que rogaban por décimas, y el deseo de preparar la carta antes de la una, porque el servicio de mensajería cerraba temprano por ser viernes de finales de año.

La reunión en el laboratorio se alargó más de lo previsto. Al salir, Aurora caminó rápido hacia la biblioteca, buscando un rincón silencioso que le devolviera el aire. Sacó de su carpeta el papel y el sobre rojo, los colocó sobre la mesa y respiró hondo, como quien intenta domar el ritmo acelerado de un día que no da tregua.

Las palabras fluyeron despacio, sin urgencias.

Al final, trazó una ramita de lavanda en la esquina, discreta, serena, como un símbolo de calma.

Aurora dobló la carta con cuidado, la guardó en el sobre rojo y la dejó, apenas a tiempo, en el servicio de mensajería. Al salir, un pensamiento la inquietó: no podría enviar cartas el sábado ni el domingo. Dos días sin escribirle. Dos días sin ese puente secreto. El nerviosismo la acompañó como una sombra.

 

En la florería, Camila Rosel vivía su propio caos. Las ponsetías se acumulaban en el aparador, rojas y brillantes como pequeñas hogueras. Sus manos se movían con destreza, pero su mente divagó por un momento: nunca le habían regalado flores.

Se detuvo un instante, imaginando qué flores le regalaría la misteriosa chica de los sobres rojos. ¿Jazmines, por su pureza y significado? ¿O rosas rojas, con toda la pasión que implicaban? El pensamiento la hizo sonrojar intensamente, tanto que no notó la entrada de un cliente.

—¿Se encuentra bien, señorita? Está muy roja —dijo un hombre de voz grave, observándola con curiosidad.

Camila se sobresaltó, balbuceó una disculpa. El hombre, sin perder el hilo, comentó con naturalidad:

—A mí las hortensias me dan urticaria. Para eso, nada mejor que pomada de caléndula.

Camila se puso aún más roja, esta vez de vergüenza, y lo atendió con rapidez. El cliente pidió un ramo para pedir perdón a su esposa. Mientras preparaba las flores, Camila pensó que la vida tenía un humor extraño, ella imaginando regalos imposibles, y otros buscando remedios para errores cotidianos.

Con la florería finalmente cerrada y el silencio del local envolviéndola, Camila sostenía entre sus manos un nuevo sobre rojo. Se dio cuenta de que la emoción crecía como la espuma, desbordando cualquier intento de calma. Lo abrió con cuidado, y al leer las líneas sobre libros y flores, sintió que cada palabra hubiera sido escrita para acompañarla en ese instante de quietud.

Buscó su libreta y en la sección marcada como “tú” anotó:

  • Te gusta la cocoa con malvaviscos y menta de la cafetería de Raquel.

  • Rodeada de libros. ¿Te gusta leer? ¿Trabajas en una librería o biblioteca?

Camila cerró la libreta con decisión. Visitaría las librerías y bibliotecas de la ciudad, y también de la enorme universidad. El misterio se expandía, y ella estaba dispuesta a seguir cada pista.

Esa noche, Aurora volvió a la cafetería de Raquel. Entró con la esperanza de ver a Camila, aunque sabía que era un deseo imprudente. Raquel la recibió con una sonrisa cómplice.

—Dos noches seguidas, eso es récord, profesora —comentó con picardía.

Aurora asintió, sonrojada, y se dirigió a la mesa del rincón junto a la ventana, que ofrecía una vista directa a la florería. Pidió cocoa con malvaviscos, pero cambió la menta por canela extra y un churro.

Mientras esperaba, divagó, cómo sería salir de la universidad y caminar hacia la florería, invitarla a cenar, compartir la rutina sin sobres rojos ni secretos. La fantasía la hizo sonreír sola, hasta que Raquel interrumpió sus pensamientos al colocar la taza frente a ella.

—No se vaya a quemar, está muy caliente.

Raquel dejaba la taza frente a ella, justo en el momento en que vio a Camila salir y cerrar la florería. La florista giró y observó hacia la cafetería como buscando a alguien a través de los ventanales. Por un instante pareció que la veía, Camila se despidió con un gesto breve. Aurora se sobresaltó, abrazó la taza con fuerza y emitió un “auch” por el calor.

Raquel, también saludó a Camila a la distancia y, al escuchar la reacción de Aurora, preguntó con naturalidad:

—¿Se ha quemado? —preguntó observando la expresión de Aurora.

—No, no… —respondió ella, intentando disimular, aunque el rubor la delataba.

Raquel la observó con atención. Notaba su nerviosismo, la manera en que miraba la florería con una mezcla de tristeza y anhelo. Pensó que Camila la estaba contagiando con esa búsqueda.

"La profesora debe de estar cansada”, se dijo Raquel, aunque en el fondo intuía que había algo más.

Aurora, con la taza aún entre las manos, siguió mirando la calle. Camila se alejaba, pero la breve despedida con la mano había sido suficiente para encenderle el pecho. El fin de semana se avecinaba como un desierto: dos días sin cartas, dos días sin señales.

Y sin embargo, en ese instante, Aurora comprendió que la búsqueda ya no era solo de Camila. Ella también estaba atrapada en el mismo juego de pistas, en el mismo deseo de descubrir qué pasaría si las cartas se transformaban en encuentros.

Capítulo 6...

 

🌹📩 Todos los capítulos de "Entre flores y misivas."

Comentarios